La situación del párroco de la Natividad de María en
playas de Rosarito es todo un caso. Y bueno ya no por llamar la intención, porque sabemos que
el actual arzobispo no tiene la autoridad suficiente para atender este caso
pero es importante que lo digamos.
Se llama Víctor Manuel Ramírez González. Originario de
Guadalajara, Jalisco, en esa ciudad ingreso a la congregación de los
Combonianos, donde estudio filosofía, después tuvo una serie de problemas en la
congregación por malos entendidos y decide salir de los combonianos,
solicitando entrar a distintos seminarios pero en ninguno aceptado. No fue
hasta que se contacto con el entonces
Obispo de Tijuana Emilio Berlie quien desde luego lo acepto, primero enviándolo a año de servicio a la parroquia de la Divina Providencia ,
en aquel tiempo era párroco el Sacerdote Pedro López.
En esa parroquia hizo amistad con López Campos de quien aprendió
muchas mañas de las cuales hoy tiene
bien arraigadas.
Al no traer un informe muy bien
supo hacerla, se promovió para servir como diacono en la famosa isla de
Cedros, un espacio no querido por el
presbiterio de Tijuana por ser supuestamente
un destino de castigo y que hoy es parte de la diócesis de Ensenada. Al
proponerse voluntariamente para estar en aquella zona sorprendió a propios y extraños. Bajo la
bandera de humilde y servicial logro acceder al Sacerdocio, convirtiéndose en
el primer sacerdote ordenado en esa isla.
Su historial en todas las parroquias donde ha estado
esta marcado por su predilección por los menores de edad sobretodo por
los monaguillos. En la parroquia de San Luís Rey de Francia donde fue párroco
mantenía una relación con un joven apodado “el
goyo” quien lo visitaba todos los viernes en la noche y se reunían para “hacer
fiesta” con botellas, botana y preservativos.
Tal es el caso que
durante su estancia en San Martín de Porres tenía un adolescente de 14 años llamado
Christian quien era su monaguillo y con quien la sacristana lo cacho en una incomoda situación, por la cual
fue difamada por el mismo Sacerdote,
esta mujer de nombre Rosita tuvo que ser despedida injustificadamente de la parroquia. Ante tal situación se decidió
cambiarlo de Parroquia, este animando a la comunidad para que hicieran un plantón en la casa del arzobispo
para que no lo removieran, no teniendo
efecto alguno esta acción.
Ya en su nuevo destino se
ha llevado consigo a otro adolescente de 16 años, con problemas de drogadicción
y quien le paga 500 pesos semanales para ayudarle en la parroquia. Este
adolescente tiene otro hermano de 17 años llamado Emmanuel a ambos el Padre
Manuel intento abusar de ellos hace casi un año
pero antes los alcoholizo con
vino tinto en su casa parroquial.
Es bien sabido que el Padre
Víctor tiene una fuerte
inclinación hacia los adolescentes, por eso
se busca siempre chicos de entre
13 y 16 años a quienes ofrece dinero por ayudarle, ya sea en algún trabajo en la
parroquia o como monaguillos, a estos últimos como agradecimiento por un servicio prestado
en el altar, pero que en realidad va mas allá de ese servicio prestado o sea se convierte en un patrocinador de las necesidades de estos
niños de bajos recursos y de familias desintegradas.
Seria bueno que la Arquidiócesis de Tijuana le hiciera una auditoria
en la parroquia donde se encuentra, ya que hay
cierto malestar de las personas por
diversos casos de simonía, sobre todo en los sacramentos, tan solo para
un bautismo cobra $ 500 pesos, de carácter privado y sin ninguna platica.
Es un maestro de la mentira y sabría maquillar de buena forma
cada cosa que se le impute, así que si
el Arzobispado decidiera investigar encontraría
muchos datos con testigos y pruebas
para imputar lo que se dice de el, esto solo es la punta del iceberg. Y
eso que no hablamos de sus múltiples salidas a San Diego y a Vallarta a lugares
de encuentro para homosexuales.
Un caso mas de esta diezmada arquidiocesis, donde el Arzobispo no ha podido o no ha querido hacer nada.